La mayoría de las personas puede llegar a sentir desagrado o pavor por algunos insectos voladores. El zumbido que producen al volar les resulta molesto, sus picaduras dolorosas y les alarman las enfermedades que puedan transmitir. Cuando estas preocupaciones sobrepasan la intensidad común, se cree que la persona que las tenga pueda padecer una fobia. Son muchas las variedades de insectos, así como lo son las fobias que pueden surgir de la aversión a ellos. En esta ocasión, trataremos del temor irracional que sienten las personas por las abejas, conocido como Apifobia.
¿Miedo a las abejas?
El término abeja deriva del latín ‘apis’, por eso el miedo irracional a estos insectos se conoce como apifobia. También, puede llegar a denominarse ‘melisofobia’, palabra derivada del griego ‘melissa’, que significa abeja. Esta fobia se define como el terror irracional que siente una persona al ver o estar cerca de una abeja. Pensar en la idea de estar en contacto con una abeja les produce la misma angustia que tenerlas cerca. El miedo puede ser provocado tanto por abejas, abejorros como por avispas.
No quiero ser picado por abejas. ¿Tengo apifobia?
El hecho de que no quieras que te pique una abeja no te hace apifóbo por sí mismo. La mayoría de las personas evitamos las situaciones que nos causen dolor, es una respuesta natural ante éstas situaciones. Pero, para las personas con apifobia, el miedo no es causado sólo por el dolor que pueda producir la picadura. El insecto por sí sólo, hasta el hecho de pensar o escuchar hablar de él, basta para desencadenar el temor.
Cuando una persona con apifobia se encuentra con la causa de su fobia, siente una terrible angustia y estrés. Estos sentimientos generan reacciones físicas, que evidencian el malestar que le genera, así como la intensidad de la misma. Entre las reacciones más comunes están la sudoración, nauseas que pueden terminar en vómitos, temblores y movimientos involuntarios de extremidades. Los síntomas que evidencian una fobia más intensa son los nervios paralizantes, que impiden pensar claramente y pueden causar llanto. También, taquicardia acompañada de la desregularización del ritmo de la respiración, una combinación efectiva para causar mareos y desmayos. Otra de las razones que puede evidenciar que alguien tiene apifobia, es la excesiva preocupación por encontrar abejas. Pensar en que puede suceder le hace evitar lugares abiertos y las actividades al aire libre, como acampar o senderismo.
¿Se nace con apifobia o se adquiere?
Sería lógico creer que la apifobia surge de un accidente con abejas, donde la persona terminó llena de picaduras. Si bien puede ser la causa de la fobia en algunas de las personas con ella, no es la única. La persona con apifobia pudo haber presenciado un accidente con un panal de abejas, donde alguien más resultó picado. Ser consciente del dolor que sufrió otra persona a causa de esto, puede haber sido suficiente para desencadenar la fobia. No es necesario que la persona con apifobia haya experimentado un hecho traumático con abejas por sí misma para tenerla.
Otra razón, está asociada con las alergias. Una persona que se sepa alérgica a las picaduras puede aterrarle el hecho de sufrir un accidente con un panal. Pensar en la gravedad de las picadas si llegase a sucederle, puede a veces ser suficiente para provocar la fobia. Sin embargo, este tipo de casos es más común en niños, pero puede ocurrir a cualquier edad.
A veces la fobia es resultado de una conducta aprendida. Una persona con apifobia puede haber sido enseñada desde lainfancia a mantenerse alejada de las abejas, infundiéndole temor. El crecer con estos pensamientos pudieron contribuir a la generación de la fobia.
También, las personas apifóbas pueden sentir aversión general hacia los insectos, y haber desarrollado innatamente la fobia por las abejas. No pueden decir cómo, desde cuándo, ni por qué las avispas, abejas y abejorros son la causa de su pánico. Como es conocido, las fobias son miedos que, aunque se reconocen irracionales, no son fáciles de explicar y superar.
¿Qué hago si tengo apifobia?
Cuando reconoces que tu miedo por las abejas es abrumador y puede ocasionarte llanto el estar cerca de ellas. También, evitas participar de conversaciones sobre estos insectos o asistir programas o series con los que guarden alguna relación. De igual forma, sientes preocupación por encontrarte estos insectos y prefieres no exponerte a lugares abiertos por eso, es hora de buscar ayuda.
La apifobia, al igual que la mayoría de las fobias, puede ser tratada, neutralizada y superada con la ayuda adecuada. Una vez que reconoces que la tienes, has dado el primer paso para ello.
Entre los tratamientos más efectivos se encuentra el de la exposición directa, al que te puede someter un especialista. Se trata de que el paciente, en un ambiente controlado, entre en contacto con la razón de su miedo. Mediante este ejercicio, se le brinda la oportunidad de reconocer la intensidad de los sentimientos de angustia y miedo generados.
Al encontrarse en un ambiente vigilado, se le genera la confianza para permitirle relajarse gradualmente ante el hecho. El objetivo es que la persona logre controlar progresivamente su temor, a medida que se familiariza con el contacto. En este caso, las exposiciones pueden no sólo ser directamente a abejas y avispas, sino también a flores y plantas.
Para que este tratamiento sea más efectivo, el paciente debe haber sido sometido ya a sesiones de conversaciones previas. Estas sesiones buscan que la persona comprenda el actuar de las abejas, para obtener razones para controlar su temor. Saber que éstos insectos sólo atacarán si son perturbados o amenazados, le ayudará a sentirse tranquilo en su próximo encuentro. También, el conocer todos los beneficios que aportan para el ser humano, le dará argumentos para combatir sus propios miedos.
¿Cómo vive una persona con esta fobia?
Las personas que tienen apifobia tienden a escaparse de cualquier actividad al aire libre, para evitar toparse con una abeja. Esto les supone ciertos límites sociales, ya que condicionan sus actividades dependiendo del entorno donde se vayan a desarrollar. Así mismo, los apífóbos evitan cualquier contacto imprevisto con flores o árboles, por las posibilidades de que habiten estos insectos. Por lo que es poco probable que recojan o acepten una flor directo del campo, por ejemplo.
El temor a toparse con una abeja sólo se ve superado al de toparse con un panal. Saber que tienen una fobia les resulta frustrante y pueden llegar a sentir enfado hacia ellos mismos. Esto se debe a que es una situación que les causa molestia y que, aunque entienden, no pueden controlar.
La apifobia y la sociedad
Las abejas proveen miel y son fundamentales para el ecosistema, es difícil creer que alguien pueda sentir pánico a ellas. En otro contexto, sus aguijones son utilizados como tratamientos alternativos para aliviar enfermedades. Esto nos deja claro que las fobias pueden ser desencadenadas por los hechos, objetos y seres más inusuales.
Si conoces a alguien que pueda tener apifobia, es importante mantener en cuenta que es un temor no controlado. Por esto, no presionarlas a participar en actividades o situaciones al aire libre es una forma de evitarles estrés. Además, brindarle apoyo haciéndole saber que es posible superar su fobia, es un gesto por el que te puede estar verdaderamente agradecido. Las fobias son afecciones que nadie escoge ni quiere tener, no se debe tratar despectivamente a una persona por padecerla.