Androfobia: Fobia a los hombres

Algunas personas, en determinadas etapas de su vida, llegan a ser menos empáticas, sociables y comunicativas con las demás. En el caso de la Androfobia es todo lo contrario: solitarias, asociales, tímidas o retraídas, adjetivos que intentan definir la razón de su comportamiento. Sin embargo, cuando esta conducta es persistente en el tiempo y se intensifica ante los hombres, podría tratarse de androfobia. En adelante analizaremos las causas que pueden desencadenarla, cómo afecta la vida de quienes la tienen y cómo pueden tratarla.

¿Qué es la Androfobia?

La androfobia es el temor irracional, compulsivo e inevitable que pueden llegar a sentir las personas hacia los hombres. No debe confundirse con la misantropía, que es la aversión al trato o contacto humano en general. Es necesario aclarar que en este caso la palabra hombre hace referencia únicamente al sexo masculino, causante de la fobia. Considerando esto, podría asumirse que la condición atañe únicamente a las mujeres, pero los hombres también pueden llegar a padecerla.

¿De dónde proviene la androfobia?

Las fobias se pueden desarrollar a partir de un hecho traumático, tanto si se fue partícipe de éste o espectador. En muchas ocasiones no se necesita una experiencia previa con el objeto de la fobia, puede ser una condición innata. También están vinculadas con problemas psicológicos, o son conductas inculcadas, aprendidas y emuladas en el transcurso dela vida.Pueden depender del contexto social o de la interpretación errada de la información a la que la persona estuvo expuesta. En fin, son múltiples las causas a partir de las que se puede desarrollar un miedo irracional como la androfobia.

La persona con androfobia pudo haber sido abusada física y psicológicamente por un hombre cercano, o de confianza. Pudo haber presenciado cómo otro ser querido recibía malos tratos del sexo masculino y los daños que esto le ocasionaba. Cualquiera de los hechos generalizó la desconfianza para con las personas de este género, y así provocó la fobia.

En ocasiones, la androfobia es resultado del modelo de crianza y patrones que la persona ha decidido seguir como ejemplos. Un individuo puede haber crecido escuchando que los hombres sólo causan o son la raíz de todos los problemas. También vivir la ausencia de la figura paterna y creer que hechos desafortunados en su vida son consecuencia de ésta.

En casos particulares, las mujeres desarrollan androfobia por problemas emocionales, como baja autoestima y falta de confianza en sí mismas. Al sentirse incapaces de establecer relaciones normales con el sexo opuesto, prefieren evitar la posibilidad de contacto con éstos.

Estas conductas resultan perjudiciales, ya que no afectan sólo su vida sentimental, sino también laboral, social y familiar. Así mismo, puede ser resultado de fracasos consecutivos en relaciones afectivas que destruyeron su confianza y generaron así su fobia.

¿Cómo se evidencia la androfobia?

No porque a una persona le cueste relacionarse más con los hombres que a otra, debe catalogarse de andrófoba. Como se mencionó al inicio, existen muchas razones por las que alguien puede ser menos sociable que los demás. Sin embargo, cuando las situaciones que implican contacto con hombres generan mucho estrés e irritación, podemos preguntarnos si es androfobia.

Los hombres y mujeres que padecen esta condición experimentan altos niveles de frustración y angustia al acercase a un hombre. Pueden empezar a sudar, tartamudear y tener movimientos involuntarios si se ven inmersos en una situación que amerite contacto. En casos más graves, pueden sentir nervios paralizantes, mareos y nauseas; además de la necesidad e imposibilidad de apartarse. Obligarlos a permanecer en reuniones, fiestas o cualquier evento resulta una tortura para ellos, el estrés producido puede provocarles llanto.

Las mujeres con androfobia suelen ocultarla con argumentos, como querer permanecer solteras o no tener tiempo para establecer una relación. Decir no necesitar a un hombre en su vida o que prefieren enfocarse en su carrera laboral son respuestas frecuentes. Sin embargo, no querer tener una relación sentimental no es por sí mismo un síntoma inequívoco de la fobia. Se puede considerar una primera etapa cuando, además, la mujer no tolera el contacto con otro hombre en cualquier contexto.

¿Cómo afecta la androfobia?

Las personas que padecen esta fobia social se sienten muy frustradas y estresadas. Les resulta prácticamente imposible desarrollar una vida normal, ya que no es posible hacerlo sin tener contacto con hombres. Actividades comunes como ir a comprar algo, caminar por la calle, asistir a una clase o consulta pueden ser insoportables. Suponen la posibilidad de encontrar a alguien del sexo masculino, y evitarlas se traduce en el estancamiento de su vida. Ser consciente de esta situación produce frustración y depresión, ya que sienten que la arruinan, pero no pueden evitarlo.

Suelen condenarse al aislamiento, por lo que sus posibilidades se surgir académica, laboral, familiar y socialmente se ven anuladas. Esto supone una de las más graves consecuencias, la persona con androfobia se limita a existir, sin vivir su vida. Además, la soledad es una de las principales causas de depresión en las personas, convirtiéndose en una nueva condición. Resulta preocupante, pues de no ser tratada a tiempo, puede conducir al alcoholismo, adicciones o tendencias suicidas.

Androfobia

¿Qué hacer ante la androfobia?

Comprender que las fobias son miedos, aunque ilógicos, incontrolables para quienes los padecen, es sumamente importante si se quiere ayudar. Subestimarlos, o creer que son caprichos personales de la persona con la condición, no disminuirá su intensidad. Si conoces a alguien con androfobia, hacerle saber que entiendes su situación y que es posible tratarla le generará tranquilidad. Este podría ser un excelente punto de partida para comenzar un tratamiento especializado para superarla, ya que indudablemente necesitará apoyo.

Los psicólogos, psiquiatras y terapeutas son los adecuados para tratar a las personas con afecciones de este tipo. Ellos pueden determinar la gravedad de la fobia, y establecer así el tratamiento adecuado para la persona que la tiene. Cada ser humano es diferente, contiene experiencias y sentimientos específicos ante situaciones comunes, por lo que amerita un trato particular.

Entre los tratamientos utilizados se encuentran terapias cognitivas-conductuales, ejercicios de programación neurolingüística y de gestión de la inteligencia emocional. El propósito es que los pacientes identifiquen los sentimientos y pensamientos negativos que surgen al estar en contacto con hombres. Una vez reconocidos, se estudian en conjunto las causas y así la mejor manera para afrontarlos oportuna y sanamente.

Los miedos, aunque irracionales, pueden surgir de la interpretación personal de un hecho y determinar los sentimientos y acciones posteriores. Se busca que el paciente comprenda esto, mostrándole técnicas que le permitan modificar los pensamientos y creencias que le afectan. En el proceso se le ofrecen herramientas para incrementar la seguridad en sí mismo, aceptarse y construir relaciones interpersonales positivas.

Otras recomendaciones

También, las terapias grupales suelen ayudar en casos donde el paciente tiene un nivel de tolerancia más alto al contacto. Encontrarse con personas que sufren la misma afección, así sean hombres, supone la oportunidad de enfrentar y reconocer sus miedos. Guiadas por especialistas, se convierten en una terapia de choque o exposición directa mientras exponen sus miedos y reciben apoyo.

En algunos casos, a los pacientes se le indican fármacos para palear la intensidad de los síntomas de la fobia. Sin embargo, no es la opción más recomendada, pues no es un tratamiento directo al problema, sino a sus consecuencias. Los antidepresivos y ansiolíticos provocan efectos secundarios, y pueden ser perjudiciales si no se emplean con un tratamiento psicológico conjunto.

Resulta evidente entonces que la androfobia no es una condición que deba subestimarse o tomarse a la ligera. Puede afectar a muchas personas, pero es posible superarla detectándola a tiempo y con el tratamiento adecuado.

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