Se exterioriza al someterse un individuo a una situación donde pueda darse un ataque de ansiedad. Es, básicamente, un temor intenso e incontrolable a sufrir el miedo y la angustia ya vividas con anterioridad. En este artículo revisaremos todo lo concerniente a esta fobia, conocida como agorafobia.
Descripción de la agorafobia
Muchas son las personas que pueden sufrir una condición de desesperación cuando se encuentran sometidos a situaciones de las que no pueden escapar. Tales situaciones ocurren, por ejemplo, al quedarse atrapado en un ascensor cuando se va la luz. También cuando se está en un sótano y el portón de salida no funciona. Sin embargo, la mayoría de estas personas pueden sentir nervios que son más o menos controlables. Un agorafóbico no tiene esta posibilidad. Estas situaciones le generan un inmenso ataque de ansiedad que concluye en síntomas importantes que veremos más adelante.
La agorafobia, también se refiere al estrés excesivo que se genera en las personas cuando se ven sometidas a espacios muy abiertos o con muchas personas. Aún cuando parezca contradictorio, ya que está en un espacio amplio con muchas posibilidades de escape. Los fóbicos en esta área no lo ven así. Se sienten encerrados dentro de su propia condición, inmóviles y perturbados.
Este estado de salud mental genera graves conflictos en la vida de estos individuos. Los mismos, básicamente, deben estar sometidos a unas serias y estrictas condiciones de comodidad. Esto incluye evitar abandonar el entorno seguro, que es poco común que sea distinto a su hogar. Evitan realizar actividades al aire libre, donde necesiten hacer uso del transporte público, incluso ir al cine. A fin de conocer con más detalle este tipo de fobia, pasemos ahora a revisar cuáles son los síntomas que puede presentar un agorafóbico.
Síntomas de la agorafobia
Las señales que a continuación se presentan pueden variar según cada persona. Sin embargo, existe una generalidad que se establece en casi todos los casos y que se pueden resumir en los tres primeros elementos:
- Aumento de los latidos del corazón
- Inestabilidad en la temperatura corporal, pudiendo variar de intenso frío a sudores agobiantes.
- Nauseas, mareos o vómitos.
- Falta de aire para respirar, lo que ocasiona ahogamiento y mayor desesperación.
- Alteraciones en la visión.
- Reducción de la movilidad que puede concluir en dolores musculares o calambres.
Otros síntomas pueden incluir: vértigos, pérdida del equilibrio, palidez, problemas estomacales, desvariaciones y desmayos.
Aún cuando no exista con claridad cuáles son las causas que produce esta condición, a continuación se mencionan algunas posibilidades.
Causas
Lo que ocasiona esta fobia está, en la mayoría de los casos, vinculado a situaciones negativas vividas en el pasado. La necesidad del subconsciente de evitar pasar por una situación similar enciende las alarmas cuando se ve sometido a ciertos escenarios. Y aunque muchos no comprendan qué situaciones tan perturbadoras pueden ocurrir en espacios tan abiertos, son muchas las opciones. Extraviar un hijo, ser víctima de un secuestro o una violación, resbalar y caer ante una estampida de gente, son algunas de las eventualidades que pueden llevar a un individuo normal a padecer de agorafobia. Las mujeres son más propensas a sufrir de esta fobia.
Sufrir de esta alteración puede llevar al individuo a reaccionar ante otros tipos de fobias, debido a la amplitud de su condición. Algunas de estas son: la anuptabofia (Miedo a estar solo), la acrofobia (Miedo a las alturas) o la enoclofobia (Miedo a estar con mucha gente), sólo por mencionar algunas. Como todas las enfermedades, sean estas físicas o emocionales, se presentan una serie de efectos negativos sobre el individuo. Es esta la información que detallaremos seguidamente.
Efectos de la agorafobia
El agorafóbico tiende a colocar pausa en su vida. Evita actividades que le obliguen a salir de su sitio de confort. Se aleja de las personas que en otrora eran parte positiva de su entorno, como amigos o compañeros de trabajo. Se vuelven descuidados en cuanto a su alimentación y aseo personal, toda vez que encuentran insoportable tener que salir de casa a buscar provisiones. Además pueden hacerse víctimas de otros problemas como el alcoholismo. Requieren de cuidados de terceras personas y, obviamente, acompañamiento psicológico. Refiriéndonos a esto último, veremos a continuación el tratamiento que puede seguir un agorafóbico.
Tratamiento
Cuando una persona sufre de alguna fobia su tratamiento inicia con un correcto diagnóstico. Luego de esto el terapeuta propondrá las mejores opciones para su positivo desarrollo. La agorafobia puede llegar a ser absolutamente controlable.
Las sesiones terapéuticas basadas en el conocimiento cognitivo-conductual son la opción más utilizadas. Ellas se basan en una escalera de actividades que se ejecutan sucesivamente una detrás de la otra. Al ir subiendo de escalón se ataca con mayor soltura la fobia en sí. La idea, en primer lugar, es definir claramente el origen de lo que produce la ansiedad y en base a esto establecer planes de acercamiento a dichas situaciones.
A medida que el individuo avance de forma significativa en las sesiones se irán estableciendo actividades de mayor cercanía a los eventos de estrés. Así la persona podrá ir regulando poco a poco sus emociones. Lo más importante para generar buenos resultados es la participación no obligada del paciente. Este debe sentirse estimulado y considerar que todas las acciones ejecutadas serán de alivio para él (o ella). Si las sesiones se sostienen bajo amenaza podría no existir ningún avance o, aún peor, un mayor retroceso.
Con las terapias correctas y un buen apoyo del entorno, existen un 90% de posibilidades de mejorar y acercarse a tener una vida normal. Para algunos casos se hace necesario el apoyo con fármacos que mejoren el estado de ánimo de los pacientes. En el siguiente apartado se enuncian los distintos niveles de ataques que puede presentar un agorafóbico.
Información adicional
Existen diversos niveles en los que puede ubicarse el estatus de una persona agorafóbica. Estos se establecen según la forma cómo se presentan los episodios de pánico.
- Así tenemos uno en el que el fóbico puede presumir la llegada de un ataque debido a los cambios que va sintiendo en su organismo. Este nivel se alcanza luego de haber sufrido varios episodios con anterioridad, asumir su condición y estar bajo una terapia conductual.
- En otro caso, el fóbico es sometido a la situación detonante sin haber sido tratado. No es que sea presumible el ataque, es que es seguro que ocurrirá. Es comparable a una persona con alergia a los mariscos, por ejemplo, que sea invitado a comer una parrilla mar y tierra. No puede pensarse “veremos qué le ocurre” pues, definitivamente, sufrirá un episodio alérgico.
- El tercer caso ocurre cuando el fóbico está en presencia de una situación de aparente normalidad y es víctima de un ataque sin motivos aparentes. En este caso es el propio cuerpo que responde negativamente a cualquier estímulo que no parece evidente a los ojos del entorno.
Recomendaciones o sugerencias
Las personas que sufren alguna fobia ven desmejorada de manera importante su calidad de vida. Es por esta razón que se hace indispensable el apoyo de los seres queridos. Muchas condiciones como esta culminan en severos cuadros depresivos. Por ello es recomendable seguir las instrucciones del especialista considerando que la agorafobia es perfectamente tratable. Aun cuando los resultados no se vean en un primer momento, la realidad es que son pequeños pasos que llevan a un mejor futuro.